La producción del pintor Francisco de Goya como grabador, aportó un gran nivel de innovación, tanto en la técnica, en el estilo y en las temáticas, algo que le hizo ser considderado como el modelo del pintor contemporáneo.
De toda su obra en grabados, aún se conservan un número limitado de álbumes que contienen sus dibujos preparatorios o borradores. Algunos de estos dibujos no fueron pasados a las planchas de grabar finalmente.
En su serie de 80 grabados de Goya titulada Los Caprichos el pintor español nos presenta toda una sátira de la sociedad en que vivió, la de España de finales del siglo XVIII. En especial, es muy ácida su versión sobre la nobleza y el clero.
En esta serie, realizó desde los grabados más realistas y satíricos hasta los más fantásticos, abandonando la razón, y con el uso del absurdo retrató las visiones más delirantes plagadas de seres extraños.
Al emplear la técnica mixta conde aguafuerte mezclada con aguatinta y el uso de retoques con pincel de punta seca, consiguió el efecto de modificar exageradamente fisonomías y cuerpos, consiguiendo dar un toque más llamativo y que resaltaban los vicios y las torpezas humanas, resultando en aspectos bestiales y monstruosos.
Se editaron Los Carpichos de Goya en 1799, y se realizaron veinte impresiones de las placas originales, más una primera reimpresión entre 1821 y 1836, y una última en el año 1937.
Los Caprichos de Goya son una obra clave en la historia del arte mundial y varias generaciones de artistas han admitido su influencia, entre movimientos tan diferentes y distantes como el Romanticismo o el Impresionismo francés, pasando por el Expresionismo alemán y el Surrealismo.
La tauromaquia de Goya por Antonio de Horna.